Para realizar este análisis, el documento parte de dos conceptos: brecha de género en el ocio y como “conjunto de desigualdades por condición de género determinantes de la disponibilidad y uso del tiempo libre que hacen hombres y mujeres” y coste de oportunidad. Los patrones de ocio dependen de la cantidad de tiempo libre, la calidad y las actividades que se realizan durante este tiempo, pero el principal condicionante es la cantidad, que dependerá de la carga de otras actividades que se presentan irrenunciables. El informe concluye que las mujeres disponen de menos tiempo libre que los hombres, lo que “reduce la capacidad de generación de ingresos y produce costes directos, indirectos e intangibles y, en definitiva, limita el potencial de crecimiento tanto personal como del con junto de la economía.
Los efectos de esta brecha se traducen en costes de oportunidad a nivel personal, económico, social y de presupuestos públicos, una perspectiva económica analizada también en el informe de manera independiente. Entre estos costes están, por ejemplo, menor desarrollo pleno de las capacidades personales, profesionales, sociales y familiares para las mujeres, desaprovechamiento del talento femenino, estrés y deterioro de la salud mental y renuncias a ingresos fiscales derivados de un mayor consumo de opciones de ocio entre las mujeres.
Cada día, las mujeres dejan de disponer de más de 11 millones de horas de ocio que dedican a tareas del hogar y al cuidado de familiares. Si esas horas se profesionalizaran, equivaldrían al 2% del PIB. Las madres no solo tienen menos tiempo libre que los padres, sino que además este menor tiempo libre es de peor calidad dado que no lo invierten en sí mismas sino en actividades relacionadas con el ámbito familiar. De hecho, el informe pone de manifiesto que la elección de una u otra afición está muchas veces condicionada por estereotipos de género que ejercen influencia desde edades tempranas.